Piedra Bella Piedra

Asisto por segundo año consecutivo a una jornada más de Les Egipciaques: jornadas a las que, sigo creyendo, asiste demasiada poca gente por lo interesante de los temas que surgen en ella. Este año su lema es: Piedra Bella Piedra, lo cual me recuerda a la bella descripción que una restauradora hizo de sí misma cuando me dijo que era una «pedraferida», hermosa palabra para referirse a alguien que ha quedado tocado por una profesión que, pienso yo, es realmente vocacional.

El año pasado, concluidas las jornadas, me quedé con la importancia de la pátina, concepto que como arquitecto técnico desconocía y que, hablando hace poco con un profesor que tuve, acordamos en que debería enseñarse o, como mínimo, introducirse a cualquier profesional que se dedique al mundo de la rehabilitación, de la conservación de edificios y de la conservación del patrimonio, en general. Escucho, en boca de Màrius Vendrell, que «seguimos cambiando el color de la ciudades, para dejar al descubierto una piedra que no estaba pensada para ser vista» y me siento directamente aludida como parte responsable de ese cambio: sólo por el mero hecho de haber pensado en su día que las limpiezas que dejan las fachadas de piedra «como nuevas», eran correctas. Ahora, como restauradora, he llegado a comprender que en realidad destruyen su capa de protección natural.

Este año, me quedo con la ponencia de Josep Pascual, picapedrero. Lo oigo hablar de la piedra como si estuviera enamorado de ella: «la piedra, si la coges, tienes que picarla, porque te explicará para qué sirve». Un diálogo que una máquina de corte no tendrá nunca con el material. Pascual nos previene del mal de la industrialización y del aprovechamiento de todo tipo de piedra, sin importar su calidad ni cómo ha sido cortada o trabajada: esto, alerta él, será causa de futuras alteraciones que podrían haberse evitado. Explica que un simple golpe de «topo» mal dado puede, con los años, derivar en una pérdida de material. Me doy cuenta de lo que llegamos a desconocer.

Escuchar a este artesano capaz de «dar movimiento» a piezas situadas hasta 10 y 15 m de altura, gracias a la ejecución perfecta de aristas que dejan que el reflejo de la luz juegue sobre ellas, es como escuchar esa canción que sabes que vas a querer oír una y otra vez, sin cansarte. Visualizo esas aristas con sólo oírle hablar, y sin dudar de la profesionalidad de alguien que habla con tanto convencimiento de lo que hace. Sólo los que nos perdemos con conceptos que no encuentro ni en Google, le reprochamos su discurso con falta de imágenes, porque nos sabemos huérfanos de información, de la misma manera que me quedo huérfana con el discurso resumido de Marc Sureda. De él aprendo la simbología de la piedra y de su valor como material noble: me dan ganas de trabajarla, de protegerla, de mimarla. Bella, Piedra, Bella.

Inés Legemaate

Inés Legemaate encabeza Geztio desde el año 2016. Diplomada en Arquitectura Técnica en Ejecución de obras y en Restauración y Conservación de bienes culturales, y licenciada en Ingeniería en Organización Industrial (especialidad edificación), es una persona tenaz, con sensibilidad por el patrimonio y con afán por los retos.

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