Redactar un proyecto, además de ser útil como herramienta (ver entrada anterior) para pasar de la idea a las acciones, nos sirve para acercarnos al método empresarial y pensar en términos de rentabilidad. Porque cualquier proyecto cultural merece ser rentable, aunque sólo sea por el tiempo que le dedican los que creen en él. No hablo de generar beneficios económicos, aunque también lo creo necesario para la propia supervivencia y continuidad de cualquier proyecto, sino para: crear un método que otros puedan seguir; estandarizar procesos para ganar tiempo y poder invertirlo en nuevas ideas, nuevos proyectos, nuevas acciones; controlar la calidad del trabajo y de los profesionales que se dedican a ello para que no haya que rehacer, repetir, probar, ensayar y, en definitiva, no acabar frustrados luchando por una propuesta que no sabemos cómo hacer realidad. Usemos las herramientas del sector empresarial, del márquetin y de la educación, para establecer objetivos, analizar el comportamiento del usuario y elaborar propuestas ajustadas a las necesidades del consumidor y, en definitiva, salir todos ganando. ¿Quieres ayuda para redactar tu proyecto? Contacta.