El modelo de gestión de un proyecto es aquel que establece la mejor opción para llevarlo a cabo. Principalmente existen dos grandes opciones: la gestión directa y la gestión indirecta, aunque también puede darse la mixta. Decidir qué grado de intervención vamos a tener sobre el desarrollo del proyecto, comportará tener que pensar (y formalizar): acuerdos y contratos con otras empresas, entidades, profesionales o administraciones públicas; herramientas de seguimiento y control (delegar no quiere decir dejar de ser responsable); funciones de los agentes y en qué ámbitos de actuación; regulación de las relaciones entre los diversos agentes (y que normalmente se establece en un contrato o convenio entre las partes interesadas: duración de la intervención, documentación a generar y periodicidad, derechos y deberes…). No olvidemos que se trata de una fusión temporal de empresas, de formas de pensar, de formas de operar, y que el proceso requiere de una implementación pensada, formalizada y, sobretodo, teniendo en cuenta a los trabajadores. ¿Quieres saber qué modelo de gestión te conviene más?