Conversación con el artista Antonio López

Asisto al acto organizado por la ESCRBCC en Barcelona en el marco de su 25 aniversario de existencia: una institución todavía en la adolescencia si lo comparamos con Antonio López García que, con sus 81 años, parece haber acumulado toda la experiencia creativa que reflejan los objetos almacenados en los talleres de artes plásticas de la escuela de restauración. Reconozco que nunca le había oído hablar y me alegro de no haber visto antes ninguna entrevista grabada suya, ya que quizás no hubiera sucumbido como lo hecho a la presencia de este hombre de pequeña estatura y apariencia tan joven.

La conversación es conducida por Xavier Alcalde, profesor de la escuela, el cual nos marca y nos ofrece un itinerario por los lugares en los que se ha movido el artista, física y emocionalmente: la pulsión; la devoción; la técnica; el escepticismo; el método; la obra inacabada; lo hermoso; lo colosal; el acercamiento a la realidad. Cualquier recorrido se queda corto: uno podría conversar durante horas con este gran hombre.

La primera palabra que surge en mi mente tras escucharle hablar los primeros minutos es “modestia”. Describe su obra como si fuera producto del estudio de otros artistas que considera maestros, y habla de ellos como quitándole importancia a sus propias creaciones, alabando a los primeros que se atrevieron a innovar y que le categorizaron a ser, según él, “los demás”, y describe como “tocada por dios” la obra de otros artistas casi desconocidos como la de Ermenegildo Bustos, elevándola a lo más alto, así, sin más, con humildad y generosidad.

La siguiente palabra que me viene a la cabeza es cercanía. La sencillez y la proximidad con que define lo vivido, hace que conecte enseguida con su pensamiento, o esa es la creencia que me invade. Antonio me transporta por todos esos lugares que ha estado y que los hace especiales por su manera de observarlos y expresarlos. Supongo que a eso se refiere cuando dice que un artista debe ver y reflejar la realidad, y que debe buscarla en su vida, porque es así como podrá entenderla mejor. Se define a sí mismo como un artista figurativo que se acerca a la realidad, con “sensibilidad y respeto”, hasta esa distancia en que “se puede oler a la persona” y defiende el método creativo que toma notas del natural, sin miedo a lo que pueda salir de él: incluidos los errores de dibujo. Bravo.

Todo lo que dice me parece evidente, y no lo voy a contradecir cuando pregunta “qué nos parecen sus palabras”: a duras penas consigo asimilar todo lo que está diciendo. Me gusta su estilo directo. Me divierte con algunas de sus afirmaciones, como cuando Xavier habla de la técnica con él: “he visto cosas mejores de buenos aficionados que de malos profesionales”, defendiendo que “la técnica es apropiada si emociona”. Certero. Claro. Como cuando habla del arte contemporáneo actual y del engaño que hay tras algunas obras, y que a la vez parece defender porque es lo que el espectador quiere percibir: “vivimos en una época en que ha desaparecido el placer de la contemplación”. Una época que cree falta de esplendor, pero a la que creo que él aporta el suyo propio.

Gracias maestro.

 

Inés Legemaate

Inés Legemaate encabeza Geztio desde el año 2016. Diplomada en Arquitectura Técnica en Ejecución de obras y en Restauración y Conservación de bienes culturales, y licenciada en Ingeniería en Organización Industrial (especialidad edificación), es una persona tenaz, con sensibilidad por el patrimonio y con afán por los retos.