¿Cuál debería ser el contenido de cualquier proyecto?. Pues aquel que responda a todas las preguntas siguientes: ¿cuál es la propuesta?, ¿para qué queremos llevarla a cabo?, ¿para quién?, ¿cómo?, ¿con qué?, ¿con quién?, ¿cuándo?, ¿cuánto va a costar?. Y antes de lanzarnos incluso a responder todas esas preguntas deberíamos haber pasado una fase previa de validación en la que, aparte de sopesar los pros y los contras (teniendo en cuenta el contexto político, social, económico, legal, tecnológico), mediremos el grado de motivación de los impulsores de la idea y estableceremos el sistema de valores del proyecto (comentado en la anterior entrada) y con el cual deberían estar alineados todos los participantes. Porque cualquier proyecto cultural se basa en el componente humano y este debe ser el gran motor impulsor: un motor de gran resistencia.
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