Quedo con Oriol Palou, de Sustenta, y hablando con él, vuelve a despertarse en mí esa curiosidad por el cálculo de estructuras: por esos conocimientos básicos que hacen que puedas mantener una mínima conversación con un calculista sin sentirte perdido del todo. Hablamos de la intuición, algo que te la dan, entre otros, profesores tan pedagógicos como Robert Brufau: alguien que te hace observar, analizar y pensar en «modo empírico», cosa que también me recomienda Oriol. Porque es lo que te hace poder reinterpretar y también dudar, si cabe, de los resultados de un programa de cálculo. Porque hay que ir siempre más allá de entrar datos en un programa y, simplemente, limitarse a presentar los que salen de él: porque hay que tener criterio para interpretarlos. Y eso me hace pensar que también en la formación de cualquier restaurador debería incluirse unos mínimos conocimientos de mecánica: para poder hacer frente a la restauración de una fachada esculturada o a la intervención sobre cualquier escultura exenta disponiendo del conocimiento más completo posible.

Empiezo con la recomendación de Oriol y voy en busca de Aprendiendo a restaurar, de Vegas y Mileto. Lo descubro agotado y me acerco a la biblioteca del colegio con la esperanza de encontrarlo allí, sin éxito. De allí salgo con las recomendaciones de Marc: Rehabilitar en acero y Apeos y refuerzos alternativos. No hay suficientes vidas para aprender todo lo necesario o deseable. Para eso, por suerte, están los expertos y sus asesorías.