En función de los objetivos del receptor del proyecto reflejaremos una serie de datos u otros: datos que se convierten en indicadores del grado de cumplimiento de lo que se quiere alcanzar.
En la entrada anterior hablamos de las versiones de un proyecto. Aquí vamos a analizar un poco más el por qué existen múltiples versiones, y es que en el fondo, lo que buscamos, queremos y anhelamos, es disponer de datos con los que analizar el resultado de nuestros proyectos. Datos económicos (pérdidas o ganancias, rentabilidad), datos comerciales (número de ventas, número de usuarios o beneficiarios alcanzados, número de publicaciones en las que ha aparecido mencionado el proyecto o evento), datos estratégicos (objetivos que se han cumplido y en qué grado, impacto social y cultural alcanzado). ¿Por qué ? Para, por una parte: saber si lo que hacemos lo estamos haciendo bien (aquí te dejo el link a una ficha de trabajo que te puede ayudar) o si, por el contrario, hay que modificar algo; y, por otra, para ofrecer los datos que les interesan a nuestros inversores, patrocinadores, colaboradores, socios, suministradores… Por ejemplo, un concierto: los que han invertido en el evento querrán saber cuánto dinero les va a ser devuelto en forma de ganancias; los medios de comunicación querrán saber cuánta gente ha asistido y si ha ido algún famoso; los proveedores querrán saber si el material que han dejado les es devuelto en buen estado; la compañía de seguros si ha habido algún accidente; los patrocinadores si las camisetas que han regalado se las ha puesto el público o han acabado en la basura. Decenas de datos a analizar. Algunos los llaman KPI o Key Performance Indicators: indicadores de si se están alcanzado los objetivos deseados. Porque todo proyecto tiene un objetivo, una finalidad, un para qué. Y nuestros KPI no tienen por qué ser los mismos que los de nuestros colaboradores, socios, inversores, patrocinadores, pero si trabajamos con ellos, se los tenemos que dar, porque a cambio ellos nos van a dar algo a nosotros.